Ocurrió
durante la Semana Santa el domingo santo, a las 20:00 de la
noche. Un niño llamado Juan Silva Lavado, de once años,
iba de camino a reunirse con sus amigos para salir de paseo en
la plaza España, como todos los fines de semana.
Una
persona muy extraña le iba persiguiendo desde hace un
buen recorrido; vestía como una persona normal pero más
rara de lo común, llevaba un abrigo de piel negro,
guantes como si quiera ocultar algo entre sus manos, además
su pelo parecía una peluca porque la mujer no paraba de
rascarse la cabeza.
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Al
llegar a una cabina de teléfono, la mujer se abalanzó
sobre el niño y lo metió en la cabina de
teléfono. Cuando entraron los dos en la cabina de
teléfono, se vio un flash más fuerte que el de un
focos que alumbran un estadio de fútbol. Cuando se fue
debilitando la luz cegadora, salió solo la mujer extraña
sin el niño y acto seguido la mujer desapareció.
Al
niño no se le volvió a ver nunca, y cada vez que
alguien hace una llamada en esa cabina se oye una doble voz que
dice ``socorro´´ (como en un susurro al oído).
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